Los niños son más inteligentes de lo que nos creemos.
Cuando yo labraba en
el campo sembraba unas hectáreas de regadío y entre otras cosas también
sembraba cebollas de verano.
La cosecha de
cebollas de verano tiene muchas ventajas, dura todo el año sin brotar ni
tallecer, lo que pasa es que esta cosecha es para sembrarla donde haya agua en
abundancia.
Aquí hay otra cosa,
la semilla buena sea de lo que sea cuesta el mismo trabajo y lleva el mismo
costo que la semilla mala.
Yo mandaba a pedir
la grana a la calle Colegiata, 13 de Madrid, pedía la “Morada de Amposta” pues
según decían los entendidos esta clase de cebolla sabe a almendra, está
riquísima. Las señas me las dio José María “El Cachuelo” donde él encargaba
todos los años para su huerto y lo pagaba contra reembolso.
Cuántas cebollas
habré vendido en Cabeza del Buey junto con los melones y peras también de mi
propia cosecha.
Un día Margarita me
dijo, Rafael, en mi pueblo para la matanzas se venden muy bien las cebollas,
prueba y verás cómo te alegras.
No anduve
pensándolo, a Orellanita con cebollas.
Cuando voy entrando
con el carro por una calle, ya el segundo año, yo de pie en el pértigo dando
voces: “melones y cebollas”, señoras, melones y cebollas” Recalcando mucho la
pronunciación de la ll, tal como hacen en Orellanita, aunque en Orellana lo
pronunciamos prácticamente igual que la y griega en consonante.
En esto que una niña
de unos cinco años sentada en el umbral de su puerta me dijo:
-¡Mía! (mira) y
venía este hombre el año pasado diciendo melones y cebollas, si en vuestro
pueblo decís “ceboyas”
-Perdona niña que me
he equivocado, y seguí voceando: melones y “ceboyas”…pensando para mí, ¿y qué
edad tendría esta niña el año pasado si todavía no levanta dos cuartas del
suelo?
Aquella niña con tan
corta edad supo que yo iba pregonando las cebollas con un poco de pitorreo. Qué
lección más a tiempo y más sabia me dio aquella niña que me valió más que la
venta de las cebollas.
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