Qué silencio presta el campo...
Noche
de tristeza y pena
que
hasta el campo se enmudece.
Fue
una noche tan serena,
que
hasta los rumores suenan,
de
las plantas cuando crecen.
En
medio de un matorral,
noche
de invierno tan pura,
nació
en un chozo un chaval,
en la
noche más oscura.
Ni la
lumbre calentaba,
aquellas
pálidas llamas,
de
aquel triste anochecer.
Triste,
porque aquella vida
desde
el punto de nacer,
también
viene perseguida.
Cual
ni distingue ni ve
esa
muerte embrujecida.
Noche
monstruosa de calma,
tal
silencio repartió,
que
el eco en una montaña
de un
pájaro que dormía
también
dicen que se oyó.
¡Qué
tesoro de humildad!
De
entrañas de madre fiel,
cuando
brota aquel clavel
entre
el bosque y las estrellas.
¡Qué
silencio presta el campo...
en una
noche tan bella!
Hasta
el ruido de un cencerro,
se
oyó como una campana,
unos
ladridos de un perro,
y
unos suspiros del alma.
¡Señor
!
¿por
qué es la noche tan larga?
¡Haz
que venga el Sol corriendo!
¡Di
que nazca pronto el alba!
Como
una voz misteriosa
-dice
un carrero que oyó-
tened
confianza en Dios,
que
la noche es más hermosa
mientras
menos corra el Sol.
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