jueves, 31 de marzo de 2016

El carro de Rafael



El carro de Rafael

Venía del trabajo por la parte del acueducto de Acedera montao en el carro a toda marcha. Dos chicas jóvenes salían del club de alterne Samanta, con la idea de que las montase en el caro.
Aflojé la marcha para no hacerles ningún desprecio.
-Buenas tardes, amigo. ¿Nos monta en el carro? Es que no hemos montado nunca en un carro.
-No faltaría más.
-Pero, sepa que nosotras trabajamos en el club para que no le sirva de compromiso.
-En este carro ha montado mucha gente y a nadie le he preguntado dónde trabajaba.
Y así sobre la marcha, les dije:
-Una vez tuve un sueño con un ermitaño, que quien iba a su ermita, osea, si vosotras fueséis a su ermita, allí no encontraríais un puesto de trabajo, pero escucharíais conversaciones y consejos muy útiles para vuestro futuro y vuestra salud.
Esto se quedó en silencio.
Llegamos a Acedera y el autobús estaba a punto de llegar. Había gente de Orellana esperanto el servicio.
La joímos, pensé. Mañana lo saben hasta en Campanario. Y empecé a ser el blanco de la mirada de todos los viajeros y de los que no lo eran.
Pero en vez de acobardarme le eché valor y empecé a tocar las palmas y cantando por Manolo Escobar: “Mi carro me lo robaron…”
Las dos chicas también iban como tímidas al no conocerme, pero se arrancaron a cantar.
Una de ellas era andaluza de pura sangre conla gracia de su tierra.
La gente salía al oirnos y se formó un jaleo más gordo que cuando viene el Papa.
-Hemos llegado a la tienda caballero, ¿cuánto le debemos?
-Ya me habéis pagado con vuestra agradable compañía, señoritas.
-Gracias, algún día nos acordaremos de sus sueños. Quizá cuando sea tarde.
-Una de ellas, la andaluza, con mucha gracia me dijo:
-¡Cuánto lo siento güen hombre! Que sus paisanos le miren de reojo por haber montao a dos piltrafas en el carro.
-Vosotras no sois dos piltrafas, vosotras, a lo mejor tenéis un corazón tan generoso y con tantas influencias o más en el Reino de los Cielos que algunos con muy buenas apariencias.
-Ezo no ce lo cré ni la Mardalena, chavá.
Suguí con el carro adelante y alguno de los viajeros dijo: Lo que le faltaba a Rafael, dedicarse a transportar rameras con el carro.
Él creyó que no le había oído, los viajeros dieron todos una carcajada que movieron las paeres de la iglesia. Quizá mañana vayan andando a Guadalupe a contarle ala Virgen todas las mentiras que se les vengan a la boca.
-Gracias por el piropo.
-Ha sido una broma, Rafa.
El ir a Guadalupe andando o corriendo a mí no me dice nada. Lo que no es lo mismo, es que conla misma lengua echemos piropos a la Virgen y recemos,  y recemos, y con la misma lengua, repito,
Las dos chicas también iban como tímidas al no conocerme, pero se arrancaron a cantar.
Una de ellas era andaluza de pura sangre conla gracia de su tierra.
La gente salía al oirnos y se formó un jaleo más gordo que cuando viene el Papa.
-Hemos llegado a la tienda caballero, ¿cuánto le debemos?
-Ya me habéis pagado con vuestra agradable compañía, señoritas.
-Gracias, algún día nos acordaremos de sus sueños. Quizá cuando sea tarde.
-Una de ellas, la andaluza, con mucha gracia me dijo:
-¡Cuánto lo siento güen hombre! Que sus paisanos le miren de reojo por haber montao a dos piltrafas en el carro.
-Vosotras no sois dos piltrafas, vosotras, a lo mejor tenéis un corazón tan generoso y con tantas influencias o más en el Reino de los Cielos que algunos con muy buenas apariencias.
-Ezo no ce lo cré ni la Mardalena, chavá.
Suguí con el carro adelante y alguno de los viajeros dijo: Lo que le faltaba a Rafael, dedicarse a transportar rameras con el carro.
Él creyó que no le había oído, los viajeros dieron todos una carcajada que movieron las paeres de la iglesia. Quizá mañana vayan andando a Guadalupe a contarle ala Virgen todas las mentiras que se les vengan a la boca.
-Gracias por el piropo.
-Ha sido una broma, Rafa.
El ir a Guadalupe andando o corriendo a mí no me dice nada. Lo que no es lo mismo, es que conla misma lengua echemos piropos a la Virgen y recemos,  y recemos, y con la misma lengua, repito, levantemos calumnias haciendo un daño irreparable y sólo por el hecho de divertirnos a costa de los demás.
Mil veces que me hubiese pedido alguien que las montase en el carro lo hubiera hecho, aunque me llenasen de piojos, aunque volvieran a moverses las paeres de la iglesia al reirse la gente de mí.
Qué distinto sería el mundo si la paz, la sonrisa y el trabajo lo tuvieramos por alimento. De todas formas estas cosas que me pasan me divierten más que quitarme elsueño porque más bien me ayuda a tener algo más que escribir.
Y dijo el Maestro:
¿Por qué se turba tu corazón, que acortas el paso? Sigue andando, deja a esa gente que murmure de nosotros, y no hagas caso a lo que digan. Si haces caso a lo que la gente diga no llegarás nunca a ningún sitio.
2009


 

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